Ella le escuchaba en
silencio sentada junto a él en un banco que había en la plaza junto a un rosal.
Detrás de ellos había una
floristería.
-Cómprame una rosa –le pidió-
nunca me regalas flores y a mi me encantan.
Él en vez de ir a la floristería
se dirigió al rosal y arranó la flor más roja y hermosa que pudo encontrar,
luego volvió junto a ella quien le miró sorprendida.
-
Si hablamos de flores,-le dijo él- la
rosa es considerada la mas hermosa, pero cubre su tallo de espinas, no hay rosa
que no tenga y, si se las quitas pierde su encanto. Pues su belleza reside en
la posibilidad de pincharse y, lo mas divertido es intentar cogerla sin hacerlo.
Si se las quitas es trampa, pues ya no
es rosa. Además, es más hermosa esta rosa del rosal que las que puedes comprar
en la floristería.
-Será por eso por lo que te quiero tanto –responde ella- siempre me
sorprendes con tus argumentos tan ciertos e ingeniosos, nunca te cambiaría por
nada.
Él sonríe y ella coge la rosa, tiene razón, es más bonita que las de la
floristería.
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