La luna brillaba sobre el agua, redonda
y blanca, las estrellas, puntos de luz sobre el manto del lago, eran manchas de
pintura sobre la superficie. El azul se mezcla con el negro y el oscuro verde
de los árboles.
Sobre esa blanca luna que coquetea en el
paisaje hay una sombra en forma de barca y persona.
Acerquémonos un poco más a ver que
hace.
La luna es ahora más grande, se ve la
figura inclinada en el borde de la barca, parece mirar el agua que es reflejo
del cielo.
Bajemos de los árboles que rodean el
lago, pero no hagas ruido, no sea que nos descubra.
Desde el borde de la barca se ve que
se trata de una niña, está mirando la luna bajo ella.
En la barca hay también dos remos y un
libro abierto por una pagina llena de puntos y palabras.
Apoyada en la pared de la embarcación
hay una mochila, seguro que allí guardaba el libro.
No hay nadie más, solo nosotros y
ella.
Me dices que no la ves, me olvidaba de
tu ceguera. Te la describiré entonces.
Es alta, aunque esté inclinada eso se
nota, y delgada como un fideo. Su pelo
es largo y cae sobre sus hombros como una ondulada cascada que parece imitar el
color de las estrellas. Sus ojos desde aquí no se ven, pero seguro que tienen
una mirada curiosa, llena de vida, capaz de atravesar el espejo que a sus pies
se extiende.
¿Qué dices?, ¿quieres hablar con
ella?, ¿te gustaría conocerla?
Sabes que no podemos, eso nos está
prohibido, no podemos acercarnos más.
¿Qué yo si puedo?, pero soy un pájaro,
no me entendería.
La chica ha cogido los remos, ya no
mira esa masa de colores bajo ella, ahora navega tranquila hacia la orilla.
No nos ha visto, a ti no puede verte,
a mi…, en mi no se ha fijado.
La barca se detiene en la orilla.
¿Por qué insistes en seguirla? No
deberíamos hacerlo, no estaría bien.
No insistas tanto y no pongas esa cara, no me
vas a convencer.
¡Ay!, vale, cederé, pero quita esa
carita de pena.
Ven, vamos, se ha ido por ese camino
que entra en el bosque.
Se ha llevado la mochila y el libro,
ha escondido la barquita entre los juncos.
Date prisa, no la vayamos a perder.
La noche está llegando a su fin, ya
empieza a clarear en el horizonte sobre los verdes y altos árboles.
Salta, brinca de un árbol a otro, no
te quedes atrás. Ella no va deprisa, pero tú…, a ti te ganaría una tortuga
coja.
Llegamos a un pequeño pueblo, ya casi
es de día, ella camina por la calle hasta una casa de blancas paredes y tejado
rojo. Se ha detenido.
¿Quieres que nos acerquemos?, ¿si?,
pues echemos un vistazo.
La puerta se ha abierto, alguien está
al otro lado.
Parece un hombre mayor, de unos cuarenta
y muchos años, lleva una bata azul y unas sandalias negras, supongo que será su
padre.
-hola papá –saluda la niña antes de
entrar. Su voz es dulce, me recuerda al sonido de una suave brisa un día de
verano, ¿A ti no?
La puerta se ha cerrado. Vayamos a la
ventana, así veremos el interior.
Es una habitación grande, un salón
naranja amueblado con dos sofás blancos y dos sillones azules, una gran
librería y una mesa larga con seis sillas rojas.
La niña está junto a la estantería, la
mochila descansa a sus pies. Ha dejado el libro en un hueco que había, ahora
parece estar buscando algo.
El hombre está leyendo en uno de los
sillones, el libro es rojo y negro, el titulo está escrito en unas grandes
letras plateadas. ¿Qué que pone?, no lo sé, no leo humano.
¿Te estás riendo de mí?, puede sonar
raro, pero aunque entiendo su lenguaje no puedes olvidar que soy un pájaro, no
sé leer, lo siento.
Dejémoslos solos un rato, ¿Qué te
apetece hacer? ¿Visitar el resto de la casa? Como quieras, vamos a ver otras
habitaciones.
En la planta baja hay otro cuarto más,
es la cocina de color blanco y madera, no hay mucho que decir sobre ella.
En el piso superior hay dos
dormitorios, uno de color cielo debe de ser el de la niña, el otro de color
verde el de sus padres.
Por último la buhardilla donde
encontramos un despacho gris y un telescopio antiguo.
Es una casa muy normal, no se que ves de
especial en ella.
¿Qué es suya?
¡Ay, Amor, Amor!, si no sabes ni su
nombre.
Qué no te hace falta dices.
Su nombre es importante, ¿Cómo piensas
llamarla sino?
¿Qué yo lo averigüe? Tú te has vuelto
loco, ¿Por qué no se lo preguntas tú?
Ya, me olvidaba de que no puedes.
Llevamos todo el día dando vueltas por
el pequeño pueblo de casas de piedra y madera, horas de sol y de vida, he saludado
a mis amigas las cigüeñas que viven en lo alto del campanario, a las palomas de
la plaza y a un periquito enjaulado.
Tú te has limitado a seguirme, ¿Por
qué me sigues?, no puedo hacer nada para ayudarte.
Pero al llegar la noche tu voz me
llama desde lejos. Que vaya me dices, que te acompañe de nuevo esta noche.
Sí, no te has equivocado, la niña ha
vuelto a salir de casa, las estrellas la vigilan mientras acompañan a la luna
en su paseo nocturno. Nosotros seguimos a nuestra propia luna por el bosque
mientras los grandes árboles vigilan el camino.
La niña se para en el lago, sube en la
barca y rema hacia su centro. De vez en cuando se para, mira el agua bajo ella
y dibuja puntos en el libro.
¿Qué significarán? ¿Por qué lo hace?
La seguimos desde el aire, es cansado
volar tan despacio, observémosla desde algún árbol.
Ahora veo mejor el lago, la barca
avanza en círculos cada vez más pequeños en dirección a la redonda luna, ¿Por
qué lo hará?
Solo ella lo sabe.
Los días pasan iguales, la chica viene
al lago todas las noches, y tú la sigues a donde quiera que vaya.
¿Es que no te hartas de seguirla? Parece ser que no.
Yo te vigilo no vayas a hacer alguna
tontería.
La chica vive con su padre, he
adivinado algunas cosas sobre ella. ¿Te interesan? ¿Si?
Su padre es astrónomo, pasa las noches
en el observatorio que hay en la cima de la colina, por el día lee y a veces da
largos paseos por el bosque.
Su madre murió hace unos años, la
gente comenta que se la llevó una larga enfermedad.
Ella también lee mucho, le encanta la
astronomía, y dibuja los mapas estelares a su padre.
¿Y su nombre?, Su nombre también lo he
descubierto, me lo sopló su padre al llamarla. ¿Quieres que te lo diga? Lo
siento, dejaré que lo descubras tu solo. No pongas carita de pena, no te lo pienso
decir.
He ¿a donde vas?, espérame.
No, no puedes acercarte más, es muy
peligroso.
¿Quieres preguntarle por su nombre?,
ya lo harás otro día, pero no hoy.
Ese otro día se presenta sin darse
cuenta de que está allí, sin saber que es el mayor deseo de ese que le espera
y, sin conocer que ese alguien eres tú. Tú y no otro, tú cupido de la mitología
en el que ya nadie cree, recuerdo del pasado que sigues existiendo con otro
nombre. Se te conoce de mil maneras, cambias de identidad con el tiempo y con
él también te marchitas, pero tu nombre solo es uno: Amor, loco Amor.
¿Quién hubiese pensado que el amor
pudiera enamorarse? Pero tú regalador de alegría, creador de vida y de
esperanza, tú del que muchos huyen y al que otros buscan, tú suspiras por
conocer un nombre.
Un nombre, su nombre, el de la niña
del lago, el de la hija del astrónomo, la amiga del cielo, la pintora del agua.
Si, así la llamas porque eso es lo que según tú hace,
pintar el agua nocturna en un libro.
¿Por qué te importa tanto?, ¿Qué harás
cuando dentro de un rato ella aparezca por este camino que tanto llevas
vigilando? ¿Cómo te acercarás a ella? ¿Qué le dirás?
Que no me preocupe me dices, que lo
tienes todo bajo control y que me limite a ser un pájaro más.
Lo siento, solo me preocupo por ti,
nada más, sabes que confío en ti y si me dices que todo está controlado te
creo.
Pero que estoy diciendo, el loco este
no puede controlar nada, seguro que algo sale mal, espero que no, no me
gustaría tener que sacarte de algún lío.
Ya es la hora, ella camina
despreocupada hacia nosotros.
Tú, tan travieso como inteligente le
has tendido una pequeña trampa.
Ella tropieza con tu sencillo pero
ingenioso manojo de palos y alguna piedra grande oculta entre ellos.
Te acercas con miedo, de repente te
sientes inseguro, pero respiras hondo y le tiendes una pálida mano de un
fantasma que intenta parecer ser real.
Pero ella la rechaza y se pone en pie sin
ayuda.
Tu plan inicial ha fallado, pero aún
te queda otra oportunidad.
Su mochila, su más preciado tesoro,
como para ti es tu nombre, ha ido a parar unos pasos más allá, fuera de su
alcance, pero no te cuesta nada a ti llegar hasta ella.
La recoges y temblando un poco le
tiendes la mochila.
-Que mala suerte has tenido, el camino
parece traicionero- dices con una temblorosa
voz que intentas disimular con una seguridad que claramente no tienes.
-Gracias –responde ella tímidamente y
te quita la mochila dispuesta a no perder más tiempo.
-Espera –la detienes y ella se gira,
te presentas como es debido con un nombre falso, lógico, no podía ser de otro
modo ya que el verdadero no puedes decírselo a nadie.
Ella te dice el suyo y se despide con
prisa dejándote solo junto a tu trampa.
¡Qué suerte tienes!, al final todo ha
salido bien.
Corre, corre, que la pierdes. Pero que
digo, si sabemos de sobras a donde ha ido.
Si, ahí está, en su barca de madera
sobre una luna menguante que sonríe desde el agua cristalina y clara.
Ha sido una locura, una estupidez,
¿Por qué te he dejado hacerlo?
¿Qué yo no soy nadie para decirte lo
que tienes que hacer? No te comportes como un adolescente rebelde, o peor, como
un niño, sabes que tienes que estar con migo, que yo estoy aquí para asegurarme
de que cumples con tu trabajo.
Si, ¿Ya no te acuerdas?, no podemos
quedarnos aquí más tiempo, eres Amor, tienes que seguir con tu trabajo,
¿Cuántos te esperan sin saberlo? ¿Cuántos desean que vayas a visitarles? Y tú
aquí preocupándote solo por una niña que pinta el agua en un libro.
Reacciona, despierta, tienes proveído
enamorarte.
¿El amor enamorado? Es una locura,
pero si te quedas…, si te quedas todo saldrá mal, tendremos problemas. Si,
problemas, y los tendremos los dos.
Ya tienes lo que querías, ¿Qué más
quieres?, ya conoces su nombre, ahora ha llegado la hora de que nos marchemos.
Vale, está bien, haremos un trato.
Tú vienes ahora con migo y sigues con
tus tareas y yo no diré nada de esto.
¿No te basta?
Está bien, y te cubriré si es
necesario para que puedas venir a verla un rato todas las noches. Pero ahora
tenemos que irnos.
¿Aceptas?, ¿Si?
Pues entonces nos vamos, mañana será
otro día.