La larga
cabellera dorada
rodó por
la pared de piedra
pero lo que
menos esperaba,
era
encontrarse con la vieja.
Más
rápido de lo que subió,
volvió a
bajar al suelo,
pero
sobre espinas cayó,
quedándose
ciego.
La chica
de la torre
ya no se
encontraba allí,
pero no
sabía a donde
se había
podido ir.
A
buscarla dedicó su vida,
por aire,
por tierra o por mar,
pues la
esperanza tenía,
de
volverla a encontrar.
Si ves a
un príncipe ciego,
recorriendo
algún camino,
es el
mensajero,
de los
amores perdidos.