Laura llevaba todo el día mirando ese estúpido invento.
Encima de la mesa se encontraba una cafetera de metal sin
orificio para echar el café. Tenía, sin embargo, una ranura como las de las
huchas, tal vez fuese una hucha, pero no veía como recuperar el dinero sin
romperla. También tenía un cable que servía para conectarla a la luz, tan inútil
como la ranura o la forma de cafetera.
Lucas siempre construía cosas sin sentido, pero entre todas
ellas, ese invento se llevaba la palma. Era más extraño que aquellos calcetines con
tacos para jugar al fútbol sin zapatos; la escoba con control remoto para gente
perezosa, pero inútil existiendo robot aspiradora; la lámpara-cinematógrafo,
que en vez de dar luz mostraba una película de las fases de la luna (ese era su
favorito, desde luego), etc.
Laura sabía que esos inventos nunca les harían ricos, pero a
él le hacía feliz construir cosas raras y, a ella le divertía intentar
descubrir para que servían.
Aquel invento era su mayor rompecabezas. Con los años Lucas
había fabricado cosas cada vez más raras solo para hacerle el reto más difícil,
hasta el punto que se estaba preguntando si aquello era chatarra unida al azar
o realmente tenía una finalidad más allá de entretenerla.
Lucas regresó a casa
después de haber pasado la tarde en una chatarrería.
-¿Todavía sigues ahí sentada? –le preguntó asombrado por su
testarudez.
Ella no dijo nada, estaba demasiado concentrada mirando hipnotizada
el inentendible invento. Era más absurdo que la taza-reloj.
De repente se le ocurrió un desesperado “Y si…” y, en un
último intento antes de rendirse, apretó la única parte de la cafetera que
podía hacer de botón de on u off, la punta de la tapa de metal. No pasó nada, pero, en efecto, esa parte de
la cafetera era un botón.
- Está desenchufada, cariño –le recordó él colocando el
cable en el enchufe.
Ella volvió a probar suerte y, esta vez, si pareció
funcionar. La tapa de la supuesta cafetera se levantó dejando ver el interior
de metal vacío.
Esta vez Lucas se había superado en la absurdez de sus inventos,
solo a él se le podría ocurrir construir una hucha eléctrica con forma de
cafetera.
-Eres un genio, amor -le dijo ella dándole un beso en la mejilla antes de dirigirse a la nevera.
Ya estaba impaciente por saber que construiría con la chatarra que acababa e comprar.
¿Con qué absurdo invento le sorprendería ahora?
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